El me comprendía a mí
En Confieso
que he vivido obra póstuma de doce cuadernos publicada en España en 1974
Pablo Neruda* ofrece una visión minuciosamente
detallada de su vida y de su obra. Expone en ella todo lo que tuvo una gran repercusión en
su existencia y por consiguiente en su literatura. Así sus diferentes
oficios a través del mundo, sus viajes, sus desaventuras durante la guerra y
por lo tanto sus varios encuentros con la gente originaron dicha obra. Aquí el
texto “El me comprendía a mí” se refiere a su relación amistosa con el poeta
andaluz Pedro Garfias*y
el documento recuerda con mucha emoción un triste pero rico episodio de la vida
de éste. A lo largo del escrito vienen evocados los sentimientos proporcionados
por el destierro tales la soledad, la angustia y el malestar para quien tiene
que aguantarlo como se lo sucedió al poeta Pedro Garfias.
Sin embargo se notará, afortunadamente, cómo sólo la ayuda, la generosidad por
parte de un desconocido puede procurar a veces cierta forma de alivio.
El documento consta de tres partes.
Primero Pablo Neruda presenta de manera muy rápida a
su amigo el poeta Pedro Garfias revelando al lector el contexto en él que va a
desarrollarse la escena. (L 1-9)
En segundo lugar Neruda describe el vínculo
fenomenal que va a trabarse poco a poco entre el tabernero escocés y el poeta
andaluz Garfias. (L 10-26)
En
La última parte el autor pone de relieve
la emoción suya al recordar dicha historia auténtica. (L 27-30)
Primeramente
Pablo Neruda ofrece una presentación sumaria de su amigo Pedro Garfias. Así como muchísimos republicanos el poeta español tuvo
que exiliarse después de la guerra civil española. El destierro suyo le condujo
hasta Inglaterra y más precisamente hasta “el castillo
de un lord” escocés.
Con
el fin de huir de la soledad implacable en este castillo, cada noche se iba a
la “taberna del condado”. Pero, desdichadamente
como no hablaba inglés “sino apenas un español gitano”
como lo indica Neruda,
Incluso
allí se quedaba solito. Por lo tanto el autor hace hincapié en la angustia y en
la melancolía del poeta, en efecto “el andaluz inquieto” tenía que aguantar en realidad
un destierro doble. El primer, claro, era un destierro físico ya que tuvo que
abandonar a su patria para huir de la dictadura y el segundo más bien
correspondía a un destierro moral ya que se encontraba totalmente aislado por
no poder entablar conversación alguna con los demás parroquianos de la taberna
ya que se encontraba en la incapacidad total de pronunciar cualquiera palabra
de inglés. Entonces sólo le quedaba que beber “melancólicamente
su solitaria cerveza”. Innegablemente fue en aquellos momentos cuando
el poeta empezó a alcoholizarse.
La
soledad indiscutible del poeta acabó por llamar la atención del tabernero
supuesto que tampoco ignoraba tal pesadumbre. Por eso por una tarde el dueño de
la taberna le rogó al poeta a que se quedara y siguieron bebiendo juntos copas sin
pronunciar palabra alguna, sólo se oía “el fuego de la
chimenea que chisporroteaba”. Así por lo contrario a lo que se pudiera
pensar, el tabernero no le rogó a que se quedara para que despilfarrara el
poeta dinero en bebidas (actitud comercial muy conocida por parte de un
tabernero), sino para sentarse enfrente de él y compartir su soledad con la
suya. No hacían falta las palabras, encontrarse juntos bastaba. Además lo de aludir al chisporroteo del fuego de la
chimenea hace hincapié en una atmósfera casi ya de bienestar que anuncia al
lector lo futuro.
En
la segunda parte, entonces, Pablo Neruda pone de manifiesto la amistad que
va trabándose entre ambos hombres.
En
efecto día tras día, cada noche, el tabernero reiteró su invitación y por fin se
convirtió ésta en una cita imprescindible. Entonces Garfias
empezó a contarle al tabernero los acontecimientos sucedidos durante la guerra
de España sin olvidar claro de mencionar sus ideas valiéndose de “interjecciones” y sobre todo de “juramentos e imprecaciones muy andaluzas”. Desde
luego con estas palabras Neruda pone de relieve el furor y el rencor del poeta
y sin confesar los términos suyos ya se imagina uno el tenor de los propósitos que
demostraban evidentemente que el protagonista “se quedaba con el corazón en un
puño”. Decirlo todo al tabernero incluso si éste no entendía ni una sola
palabra le proporcionaba algún alivio a Garfias. Y
con gran generosidad y respeto el dueño de la taberna le escuchaba y por fin a
él le tocó contar sus propias tribulaciones. Fue precisamente en aquel momento cuando
una atmósfera amistosa y sincera se estableció entre los hombres. Garfias declaró que verosímilmente el “bodeguero” le
hablaba de los problemas familiares suyos, es decir la ida de su mujer y las
heroicidades de sus hijos. Claro sólo eran deducciones por parte de Garfias ya que él no entendía tampoco, pero la tonalidad de
las frases, los ademanes aclaraban las palabras del tabernero de tal manera que
bien se podía entender el contexto del monólogo.
Intercambiaron
así durante toda la estancia de Garfias en
Inglaterra, todas las noches hasta la madrugada. Obviamente los vínculos que nacieron
de estas entrevistas resultaron muy fuertes. Y cuando tuvo que marcharse Garfias para México muy difícil fue la despedida porque
tuvieron que acabar con dicha confraternidad que durante tanto tiempo les
facilitó la vida ligando sus soledades. La separación fue desgarradora tanto
para el poeta como para el tabernero. Aquel momento resultó muy intenso en la vida de ambos protagonistas
ya que como lo describe Neruda hubo llantos, abrazos, bebidas, palabras, en resumidas
cuentas muchas fraternidades.
La
última parte la dedica Neruda a la emoción que le proporcionó tal aventura. En
efecto deja adivinar este sentimiento al preguntarle muchas veces a Garfias cuál era según él lo que le contaba el tabernero e infaliblemente
el poeta le contestaba lo igual. Le respondía que nunca entendió ni jota de lo
contado, sin embargo lo cierto era que durante sus pláticas ambos compañeros estupendamente
lo comprendían todo. Parece increíble tal historia pero a decir la verdad lo
mismo ocurre cuando dos niños se encuentran. En efecto no existen idiomas,
fronteras o cualquiera cosa que puedan impedirles a los niños a que jueguen
juntos, muy a menudo los ademanes, el
tono de la voz bastan para que se entiendan. Sucedió lo mismo para ambos
protagonistas. Así lo importante en
aquellos momentos no eran las palabras sino más bien la atención que cada
hombre podía ofrecerle al otro. Aquí precisamente era en un primer tiempo la
hospitalidad, la solicitud, la escucha y la generosidad por parte de alguien
quien conocía también desaventuras pero que supo callarlas con el objetivo de
ayudar a su próximo con mucha caridad humana. Contra toda previsión su grandeza
le proporcionó la gratitud del dicho próximo y así nació una relación única que
incontestablemente tenía que permanecer en la mente y en el corazón de cada uno
de los protagonistas. Finalmente se maravilló Neruda con lo que le sucedió a Garfias porque tanto el tabernero como el poeta andaluz
habían preservado algo de la niñez dicho con otras palabras habían preservado su
pureza infantil. Y la reiteración del título en la última frase “él me comprendía a mí” demuestra lo magnífico de tal
aventura primero por la insistencia en cuanto a los pronombres personales y después
desde luego porque incluso para el poeta andaluz parecía algo milagroso este
episodio. En efecto inolvidablemente había encontrado a un verdadero amigo aunque
todo los apartara al principio: el idioma, los problemas propios, y claro la
educación.
Para
concluir Neruda quiso poner de relieve que sólo basta una atención incluso la
más pequeña para procurar algún alivio a los demás. Quiso también poner de
manifiesto que a pesar de lo patético la vida proporciona muy a menudo
felicidades ciertas y que claro incluso en momentos lastimeros cuando uno
piensa tocar fondo se encuentran a seres humanos dignos de confianza.
Parece
imprescindible añadir que Neruda tenía también ideas opuestas a las del
dictador chileno y optó por
la clandestinidad. Así durante un tiempo vivió oculto gracias a la solidaridad
de algunas personas. Entonces bien sabe que tales relaciones quedan regalos
inolvidables en una vida. Por fin quiso que la gente reflexionara acerca de
este episodio que finalmente es una maravillosa ilustración de humanidad.
*Pablo Neruda (1904-1973)
Pablo Neruda (Neftalí Reyes) es uno de los más famosos poetas del
siglo XX. De nacionalidad chilena, nació el 12 de
julio de 1904 en Parral. En agosto de 1936 es asesinado su amigo muy famoso
Federico García Lorca. En 1937 en Paris colabora a
favor de la causa republicana española y participa en la organización del
Congreso mundial de Escritores antifascistas que se realiza en Valencia. En 1939 organiza el transporte de 2000
refugiados españoles a Chile. En 1947 denuncia la política represiva de González Videla
presidente de Chile (futuro dictador) y éste inicia proceso judicial en su
contra. En 1948 opta por la clandestinidad y empieza a vivir oculto gracias a
la solidaridad de algunas personas. Fue
cuando escribió la mayor parte del Canto
General. En el mes de abril de 1950
se publicó en México Canto general
obra de fuerte contenido político que denuncia cualquiera forma de opresión. En
1952 mientras vive en Capri se revoca la orden de
detención en su contra.
*Pedro Garfias 1901-1967
Poeta andaluz que tomó parte activa en la guerra civil al lado de los
republicanos. Al acabar la guerra se exilió y pasó a Francia y en 1939 a
Inglaterra donde vivió en un castillo y empezó a alcoholizarse. Compuso
allí Primavera
en Eaton Hastings. En
junio de 1939 fue evacuado a México, donde murió en 1967, al lado de numerosos
republicanos expulsados de su patria. Obtuvo el Premio Nacional de Poesía por
sus Poesías de la guerra española. Pedro Garfias fue
uno de los mayores defensores de las vanguardias literarias españolas.