En el rancho de Mamá Elena
Este texto se llama En el rancho de Mamá Elena y
fue sacado de la novela Como agua para
chocolate, la primera novela escrita
por la mexicana Laura Esquivel en 1989.
Se estructura la obra en doce capítulos que
corresponden a los doce meses del año.
Este documento procede del primer capitulo de la
obra y corresponde entonces al mes de enero. Cuenta el nacimiento de la chica menor ( Tita), de su evolución y de la primera vez cuando se
enamoró ella y siendo la más chica de la familia cómo rehusó su madre que se
casara.
Entonces alude primero a la autoridad
intransigente de la madre ( Mamá Elena) y luego a las
costumbres que se solían observar para preservar los valores tradicionales.
La autora sitúa la escena. Estamos en el rancho de
la familia criolla De la Garza, y la madre, viuda, cría sola a sus tres hijas a
principios del siglo XX durante la Revolución mexicana ( 1910
– 1920 contra la dictadura de Porfirio Díaz).
La viuda ( Mamá Elena) educa
a sus hijas con severidad y rigidez y por ejemplo para levantarse de la mesa
era necesario que se lo dijera ella a las chicas.
Por una tarde después de la cena, Tita la chica
menor ( 15 años) de la familia se atreve ( “ con voz temblona” , “ con voz
apenas perceptible”) en decirle a su madre que Pedro Muzquiz
desearía hablar con ella.
La manera de hablar de la chica evoca el miedo y
el temor que Mamá Elena inspira a sus hijas por su autoritarismo y ya saben las chicas que no pueden y que no deben enfrentarse
con ella .
Y desde luego la pregunta de la madre es tajante, de
tal manera que la muchacha resulta muy asustada y por fin sólo puede salir un “yo no sé”. Claro es una mentira sabe que Pedro quiere
casarse con ella y ella con él.
Por toda respuesta primero la madre la fulmina con
la mirada ( “ lanzó una mirada”)
lo que denuncia cada vez más su despotismo y luego le dice con tono estricto y muy
rígido que no vale la pena que venga el mozo si desea pedirle su mano: la
respuesta suya será negativa.
Expone la madre la razón de su decisión diciéndole
que según la tradición y por ser la menor de sus hijas tendrá que cuidarla
hasta su muerte aquí en esta casa y por eso no se puede casar ( L 15 – 18 ). Así vemos la importancia para la madre de las
costumbres y por observar las reglas se ha vuelto en una madre muy tiránica y
cruel. No le importa la felicidad de sus propias hijas.
Pone fin a la conversación o mejor dicho su
monólogo sin decir algo más ( “¡ Por hoy, hemos terminado con esto!”).
Aunque sabe muy bien la moza que “no estaba incluido el diálogo” en esta casa, intenta
protestar a pesar del temor que le provoca su madre y sobre todo por el amor
que tiene para Pedro (“yo opino”). Pero desafortunadamente,
menos la madre, nadie puede opinar cualquiera cosa que sea y afirma la viuda que
así es en la familia De la Garza desde unos tiempos remotos y que no es la más
chica de sus hijas que va a cambiar las cosas.
Al día siguiente cuando viene Pedro con su padre
para pedirle a Mamá Elena la mano de Tita, los recibe muy amablemente ella. Sin
embargo no acepta la petición de mano y expone sus razones, las mismas que dio
a Tita. Pero en seguida propone la mano de Rosauro
sin preocuparse de sus sentimientos para Pedro como si fuera una mera mercancía
( “sólo dos años mayor que
Tita”; “disponible y preparada”). No le
importa perjudicar a sus hijas y partir el alma de su hija menor proponiendo
que su hermana se case con el hombre que ha escogido su corazón. Mamá Elena
aparece aquí como una persona inhumana.
En este documento la autora Laura Esquivel
denuncia la educación que se daba en aquellos tiempos a las chicas. Se trataba
de una educación tiránica, rígida y machista que reflejaba la sociedad, sociedad que justamente originó
las insurrecciones de la Revolución.