En un café
de Madrid
Este
texto es un fragmento de Lucha por la
respiración, una obra de Jesús López Pacheco que fue publicada en 1980.
La
acción se sitúa en un café de Madrid y el pasaje consta de dos partes y de tres
protagonistas, un limpiabotas ( Pepe) y dos
escritores.
La
primera parte sirve para introducir el tema y presenta lo que es la vida del
personaje principal ( Pepe, el limpiabotas) aludiendo
a una jornada típica suya.
En
la segunda parte, el lector a la vez que Pepe presencian un diálogo entre dos
escritores, diálogo interrumpido a menudo por las meditaciones de Pepe y por lo
que opina él a propósito de esta conversación.
Aquí
Jesús López Pacheco hace hincapié en las desigualdades sociales que se pueden
notar y por supuesto subraya al mismo tiempo el menosprecio manifiesto de unos “eruditos”
por los trabajadores manuales.
En
la primera parte y más exactamente desde la primera línea, Pepe el limpiabotas
hace su aparición. A decir verdad, el novelista no se extiende haciendo la descripción
física de Pepe, sólo señala que lleva una chaqueta negra en la que hay una
placa niquelada en forma de estrella lo que dio origen a su apodo
: “El sheriff”. Le gusta bastante
el apodo al protagonista porque finalmente significa que unas gente se preocupan por él.
Así,
si no describe a Pepe el autor, se interesa no obstante por la descripción de
su caja y sobre todo por su contenido porque desde luego ésta refleja lo
cotidiano de Pepe. Además cabe notar que todos los adjetivos que se relacionan con
el protagonista se parecen al color del betún salvo, claro, él de la placa.
Es
preciso notar que el oficio de Pepe es muy humilde y por consiguiente exige que
adopte él una postura agachada sin decir nada. En efecto a lo largo del pasaje queda
mudo, no dice ni una palabra. Pero, de todas formas, el lector se entera de su
opinión gracias al estilo indirecto del que se vale el novelista para hacerle
partícipe de sus reflexiones. En cuanto a los dos escritores, López Pacheco
emplea el estilo directo para subrayar la
disparidad social vigente entre los protagonistas. Es como si Pepe tuviera que
callarse para no disturbarles o como si no tuviera derecho a la palabra e
incluso para ir más allá es como si Pepe no existiera.
La
segunda parte deja lugar al diálogo entre los dos escritores. Como se lo ha
subrayado ya más arriba y a diferencia de Pepe los hombres se expresan en estilo
directo. Es obvio que contrariamente a Pepe tienen derecho a la palabra, y al
escribir obras y publicarlas existen públicamente y se han vuelto hombres
famosos. No obstante lo irónico en todo ello es que no tienen nada que decir
por seguramente no tener ninguna inspiración. En realidad son una gente muy ociosa
y sobre todo muy superficial. Van de tertulia en tertulia, sólo se levantan a mediodía y no están a gusto en cualquier
parte que sea, se aburren. Se nota también la ociosidad y la superficialidad
cuando J.L.P nos describe al primer escritor. En efecto
por una parte subraya que es un hombre “grueso” y por otra parte al describir sus
ademanes lo compara a una dama orgullosa que se quiere superiora y que no
consiente en mirar al limpiabotas como si lo de mirarlo fuera infamante. Desde luego aquí notamos el desprecio del
hombre por Pepe.
Claro
la conversación hace reaccionar a Pepe pero éste queda callado. Sabe él que su
vida es en realidad una verdadera novela realista. Piensa Pepe en su familia
que no tiene tiempo libre y sobre todo que no tiene tiempo de pensar en tales
futilidades.
Aparece
entonces el segundo escritor y opina como el primero, no le conviene su vida. A
su juicio la gente tiene la culpa porque se interesa más por una literatura
fácil de leer. Desde luego aquí se tiene otra vez un sentimiento de desprecio
por el público. Así, no escribe él
porque no hay público.
En
realidad, se puede decir que no tiene convicción el escritor y no vale su
argumento. Se tiene la impresión de que para él sólo valen la
ventas de sus obras.
Pues,
no tiene real afición el escritor a diferencia de Pepe que trabaja hábil y
minuciosamente dejando pensar que a él le gusta su oficio sin por eso tener
gratitud la mayoría del tiempo.
En
conclusión Jesús López Pacheco quiso denunciar en este fragmento mediante
cierta caricatura la tontería de unos intelectuales que se piensan superiores y
desprecian a los trabajadores.