Me das
verguenza
Este documento procede de la novela autobiográfica
Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació
la consciencia, publicada en 1983. Rigoberta Menchú es de etnia maya-quiché
y es una activista de los derechos humanos de Guatemala.
Fue en 1982 cuando ésta encontró a Elisabeth
Burgos en Paris la que transcribió sus memorias y elaboró el manuscrito.
Las frases cortas del presente pasaje hacen
hincapié en un estilo hablado que transmite el aspecto verosímil de la página.
Rigoberta Menchú relata en ella su llegada a los
13 años a la ciudad para trabajar de sirviente.
Consta de tres partes el documento.
En la primera parte ( L 1
– 13 ) la protagonista relata su primera jornada. A las siete de la mañana la
muchacha le pidió a que fregara los platos y se ejecutó ella.
Al subrayar que vino vestida de la única prenda de vestir
que tenía ya se da a entender que su aspecto físico dejaba algo que desear ( L 2 ) y que eso es de importancia directa con lo que va a
contar ella . Así como se lo podía suponer el ama de casa al verla así vestida pidió
a la muchacha que la quitara de aquí, es decir cerca de los trastos ( L 3 ). Entonces en seguida cabe notar el menosprecio de la
dicha señora para con la niña porque ni siquiera se dirigió a ella, hizo como
si no existiera ella y lo mismo ocurrió
cuando deseó saber si había comido ella ( ¿Ya comió? ). Menosprecio también porque después cuando
se dirigió finalmente a ella lo hace únicamente valiéndose de imperativos como
si verdaderamente se tratara de una esclava ( “ vaya a barrer”, “riegas” ). La maltrató la señora y la amenazó de
ponerla a la calle si no hacía ella correctamente lo pedido y Rigoberta resultó
conmovida, al igual que la muchacha ( L 4 – 5 ), pero
no pudo contestar porque acababa de llegar a la ciudad, no conocía a nadie y
resultaba incapaz de ubicarse en ella. Además nos enteramos de que no sabía
leer la protagonista. Así su vida dependía únicamente de la señora de modo que
tenía que hacer la multiplicidad de los labores mandados
a lo largo del día sin decir nada. Desde luego, se puede también subrayar el
desdén por parte de la mujer cuando Rigoberta relata que sólo después de haber
bien comido la señora se preocupó por saber si había comido ella y como, claro,
la respuesta era negativa se le dio entonces a modo de comida las sobras como
si hubiera sido ella un perro ( L 12 – 13 ).
En la segunda parte ( L
14 – 27 ) el ama de casa hizo un negocio con Rigoberta. Aparentemente el
aspecto físico de la protagonista le daba
asco( “me da vergüenza”)
a la señora y no quiso ésta que la gente que la visitaba la viera en su casa
vestida así ( ¡Qué serías para mis amigos!),
por eso deseó adelantarle dos meses de sueldo para que ella se comprara
un huipil decente, un par de zapatos y un nuevo corte. Claro aquí él qué dirán cuenta mucho para el ama de
casa y a decir la verdad hubiera podido tener un poco de compasión y comprarle
la nueva ropa a Rigoberta. Parece imprescindible subrayar que el negocio fue
unilateral, en efecto la señora no le dio la oportunidad a la niña de rehusar,
así fue y no hubo otro modo. Por añadidura, la mujer decidió que era ella la
que iría a comprar la ropa ya que le daba demasiada vergüenza irse por la calle
al lado de Rigoberta ( L 19 – 20 ). Ni pudo contestar
la pobre protagonista ya que el lector se entera de que no hablaba español, de
tal modo que una vez más tuvo que callar y aceptar sin revelarse pero
maltratándola en su mente. Finalmente más bien que un negocio parece que fue un
ultimátum por parte de la mujer ( “Así que te adelanto dos meses de tu sueldo”).
Al regresar del mercado le dijo a Rigoberta que
pudo comprarle el huipil y el corte pero que no tenía bastante dinero para
comprarle el par de zapatos ( L 26 ). Hay que notar
que en ningún momento le hizo el recuento de las compras y otra vez tuvo que
aprobar sin decir nada Rigoberta, pero a su juicio las compras no valían dos
meses de sueldo ( L 24 – 26 ). Cabe subrayar que de
este modo el ama de casa puso a Rigoberta en situación de deudora y pudo así
asegurarse su presencia para los dos meses siguientes.
En la tercera parte ( L
28 – 36 ) Rigoberta relata la progresión que fue la suya. En efecto ya se ve
que poco a poco aprendió a fraguar, lavar, y planchar ( L
28 ). Sin embargo, a pesar de sus progresos el comportamiento del ama de casa
no cambió para con ella, siguió observándola para averiguar si quedaba bien
hecho su trabajo ( L 28 – 29 ). Se puede hablar aquí
de persecución moral, y se nota el sufrimiento de la protagonista ( “me maltrataba mucho”),
hasta tal punto que hubiera preferido ella ser el perro de la casa porque
aparentemente éste tenía mucho cariño por parte de la señora ( “pues al perro lo trataba bien”, “ al perro lo abrazaba”). Da lástima la frase : “ ni siquiera me compara con
el perro” porque recalca la falta de amor aguantada por Rigoberta. En
efecto no era ella una persona adulta, era una niña de sólo trece años y le
faltaba lo más importante, es decir el respeto y la ternura, unos sentimientos
que no cuestan nada pero que pueden mucho.
Durante cuatros meses trabajó mucho pero no cobró
sueldo ( L 32 ) y el día cuando por fin la pagó la
mujer, Rigoberta estuvo muy contenta porque finalmente podía enviarle algún
dinero a su padre que lo necesitaba mucho ( L 33 ). Pero no lo veía así el ama
porque al darle el dinero le dijo que podía ahora pagarse un par de zapatos
porque una persona sin zapatos en su casa le daba vergüenza(
L 34 – 35). Fue cuando Rigoberta pudo por primera vez plantarle la cara al ama y
decidió que si quería que tuviera zapatos sólo tenía que comprárselos porque
ella, Rigoberta, no se los iba a comprar ( L 36 ).
Rigoberta Menchú cuenta en este pasaje un episodio
de la vida que fue la suya. Nació en una numerosa familia y a lo largo de su
infancia y juventud tuvo que aguantar la pobreza y sobre todo la discriminación
racial. Este documento representa una prueba de la persecución y de los
sufrimientos que marcaron su infancia.
Tales episodios originaron por parte de Rigoberta
Menchú el inicio de una campaña pacifica que denunciaba al régimen guatemalteco
al acusarle de violación de los derechos humanos. Claro, tuvo que huir de la
represión Rigoberta y se estableció en México.
Me llamo Rigoberta Menchú y
así me nació la consciencia conoció un prestigio internacional lo que
le permitió regresar a Guatemala en 1988 y continuar su lucha contra las
injusticias.
En 1992 obtuvo el Premio Nobel de la Paz.