Un detective
mapuche
Este texto es un fragmento de Hot Line novela escrita por el escritor
chileno Luis Sepúlveda y se publicó en 2002.
La obra trata de un cuento breve cuyo protagonista
es un policía mapuche que nació en el mundo rural chileno. Cabe imprescindible
decir que Sepúlveda extrajo su personaje de uno de sus viajes por la Patagonia en el que encontró a un detective muy similar a
su protagonista.
Este fragmento relata precisamente el encuentro
con este policía mapuche y la fascinación que despertó en el narrador.
Consta de dos partes y de una conclusión el
documento.
La primera parte ( L 1 –
12) sirve de introducción para presentar el paisaje y al personaje.
Sucede la escena en los bosques “del fiordo de Aysén en la Patagonia”. Al
narrador le gusta este paisaje ( “mi mundo austral”), se lo nota porque se lo apropia
con el posesivo “mi”. Se encontraba allí porque
tenía la intención de visitar a unos buenos amigos suyos cuando en un cruce
mientras esperaba al coche que tenía que conducirle se tropezó con un hombre
muy hablador ( “locuaz”) que se parecía a Sancho
Panza excepto “en sus proporciones físicas”.
Entonces se puede afirmar que el narrador encontró a un hombre juicioso,
tranquilo e inteligente que no se deja desconcertar( “sin ningún gesto de rechazo o de sorpresa”) como lo
era el famoso personaje de Cervantes.
En cuanto a su físico, obviamente no podía
parecerse al amigo de Don quijote ya que
como lo confiesa Sepúlveda, sólo había que mirarlo para afirmar sin duda alguna
que era mapuche ( “Era a todas
luces mapuche”).
Fue amical el encuentro ya que en seguida se
ofrecieron “mutuamente tabaco y lumbre” y
después de esta primera reciprocidad entablaron conversación. Fue cuando se
enteró el narrador de que el hombre era un detective mapuche que luchaba contra
los ladrones de ganado (“del cuerpo de lucha contra el cuatrerismo”). Entonces
cabe notar que indudablemente paisaje y personaje resultaban indisociables,
porque el hombre llevaba una vida solitaria que lo vinculaba íntimamente con la
naturaleza.
Hace hincapié en esta relación, naturaleza/hombre,
el narrador al contarnos el acontecimiento que sucedió mientras estaban
platicando.
En la segunda parte el narrador confiesa su
sorpresa y su fascinación al descubrir las capacidades estupendas de percepción
del detective. En efecto mientras estaban charlando, el detective levantó la
cabeza hacia un punto dado en la montaña y tal un perro agitó las aletas
nasales para afirmar en seguida que había un incendio forestal ( L 14 – 15 ). Incluso añadió poco después tras haber
agitado una vez más las aletas nasales que se trataba de un incendio de peumos ( “ Peumos. Mala cosa”). Pero
por más que agitara las aletas de la nariz el narrador no pudo oler a nada y ni
siquiera divisó a lo lejos cualquier humo en el cielo .
Sólo olía a las hierbas tan queridas que crecen allí y el cielo se mostraba
azul y límpido ( “diáfano”).
Eso hace hincapié en que el hombre conocía muy bien la naturaleza porque podía
oler a un incendio de peumos hasta muchos kilómetros mientras que el narrador
al que sin embargo le gustaba mucho dicho paisaje (“ mi
amado mundo austral”) sólo podía percibir su belleza, lo que recalca finalmente
un amor superficial.
Y más tarde durante la comida con sus amigos el
narrador les contó lo sucedido. Eso demuestra la fascinación y la admiración
que el mapuche despertó en él. Nadie sabía nada, por lo menos en los
alrededores, lo que a decir verdad no era muy extraño al ver los paisajes
extensos en la Patagonia ( l
24 – 25 ).
Pero tres días después a unos doscientos
kilómetros del lugar donde se había tropezado con el detective, el narrador
pasó por un camino y vio unos bosques que habían sido pasto de las llamas mientras
los bomberos estaban apagando las últimas brasas. Por
curiosidad quiso conocer el especie de los árboles quemados y un bombero le
respondió palabra por palabra lo que le había dicho el detective
: “ Peumos. Mala cosa”. Esta respuesta
nos da a entender que probablemente el bombero era él también mapuche.
Para concluir( L 31 – 34 )
su relato el narrador nos confiesa que el detective le había preguntado cómo
era la ciudad donde vivía él en aquella época. Se da cuenta él de que seguro no
había dado buena imagen de Paris ( “desganada y arbitraria”) y que indudablemente había
fortalecido su odio por las ciudades ( “ respondió que
detestaba las ciudades”). Lo que, claro, parece algo normal para un
hombre que vivía por y para la naturaleza, en efecto ruido, polución y
destrucción resultaban sus enemigos.
Así a través de este documento Luis Sepúlveda
quiso poner de manifiesta el talento y la perspicacidad de cierta gente y más
exactamente aquí de los mapuches. En efecto hace el retrato de un hombre en osmosis
total con la naturaleza, se nota aquí la influencia mutua entre Hombre y Naturaleza.