El Benefactor de la Patria
Este documento es un pasaje de la novela “La Fiesta del Chivo” escrita en 2000 por el novelista peruano Mario Vargas Llosa.
En su obra Mario Vargas Llosa relata la caída de la dictadura (1930 – 1961)
del general Rafael Leónidas Trujillo, momento importantísimo de la historia de la República Dominicana.
Antes que nada parece imprescindible subrayar lo
importante del título del presente pasaje :
“Benefactor de la Patria”. Es entre otros uno de los apelativos que se puso el General Trujillo. Es
obvio que por sí mismo este alias designa a un ser especial muy por encima de
los demás y de las leyes, además evidencia la personalidad y sobre todo la
suficiencia del dictador. Y, claro, por las buenas o por las malas tuvieron que
aceptar, respetar y utilizar este título los peruanos.
Así en este fragmento que consta de tres partes,
la primera parte expone muy claramente el origen de la sujeción psicológica del
joven teniente García para con el dictador. En la segunda parte el autor pone
de manifiesto la caída de las últimas reticencias del militar en cuanto a
Trujillo. Por fin en la tercera parte, Vargas Llosa hace hincapié en la renuncia
total de García Guerrero en lo que se refiere a su libertad de pensar y de
actuar.
Como ya se lo dijo, en la primera parte Mario
Vargas Llosa expone el por qué del casi avasallamiento psicológico del teniente
García. A decir verdad, el protagonista confiesa en seguida que, ni más ni
menos, conoció un condicionamiento desde su infancia (“ había oído hablar desde
niño, en su familia”). En efecto nacido
en una familia de militares, sus padres y, sobre todo su abuelo que era general,
lo educaron teniendo presente la imagen del “Benefactor de la Patria”. Después en
la escuela, y más tarde en la escuela militar ( “ de cadete y oficial” ) tuvo también una enseñanza que
siempre se refería a Trujillo. En realidad se trataba de una propaganda
omnipresente que elaboró la imagen del dictador y ésta era la de un ser
superior dotado de un poder casi divino que le permitía leer en las almas ( “ los pensamientos más secretos”
). Desde luego este condicionamiento permitió su adoctrinamiento. Se lo puede
asegurar ello porque ya se ve que queda
grabado en su mente el retrato del “Benefactor”.
Así el joven teniente intenta describir la mirada
de Trujillo que resulta muy legendaria. Según el qué dirán nadie puede
resistirla, es una mirada que le quita la estabilidad a cualquiera. Es una mirada
perforante que intimida, que aniquila y que da miedo porque parece leer en los
seres. Tal es el esbozo del dictador que le hicieron al teniente que, claro,
hasta ahora nunca había visto al dictador en carne y hueso.
Desde luego es imprescindible notar las deudas del
protagonista que finalmente durante un ratito pone en tela de juicio lo que se
afirma a propósito del “Benefactor”. En efecto en sus reflexiones interiores queda
algo de razón y por eso se vale de un condicional ( “ El jefe sería “) para describir la personalidad de
Trujillo tal como la elaboró la propaganda. El dictador sería voluntario,
visionario y trabajador, cualidades que le permitieron hacer del país un gran
país. Pero según García Guerrero Trujillo sólo es un hombre(
“ no era Dios”) y entonces su mirada sólo puede
ser la de un hombre( “ la de un mortal ” ).
En la segunda parte, el teniente va a tener la
oportunidad de comprobar lo que le dijeron los demás.
En efecto le convocó el “Benefactor”. Claro se nota en seguida que
no está a gusto el militar. Así en un primer tiempo trata de esconder y sobre
todo de desechar este malestar anunciándose “con la voz
más marcial que pudo sacar de su garganta” y chocando los talones. En
realidad más bien que malestar se pudiera emplear la palabra miedo, porque es
obvio que aquí el teniente se encuentra atemorizado por la presencia de este
personaje y claro delante del cual teme desvelar sus pensamientos los más
secretos (“sin mover
un músculo ni pensar”). Y claro el efecto es inmediato, sólo por
encontrarse delante del dictador queda “electrizado”.
Así le bastó entrar en el despacho para abandonar todas sus reticencias. En
efecto en seguida reanuda con la propaganda y lo que le dijeron los demás. Ya
no puede reflexionar, su preocupación mayor en aquel momento es asemejarse al modelo
que le fue enseñado primero en su
familia y después en la escuela militar (“permaneció
firme”).
En cambio todo en la apariencia de Trujillo deja
percibir un perfecto autocontrol. Una indumentaria impecable (“chaqueta y chaleco azul”, “camisa
blanca de inmaculada cuello”, “ puños almidonados”, “corbata plateada
sujeta con una perla”), unos cabellos grises cuidadosamente alisados, una
voz muy segura y suave y esta mirada tan famosa y “taladrante”.
Todo en su actitud permite notar que nadie ni nada puede perturbarle y todo lo
que formula es certidumbre: “ en mi gobierno no se juntan amigos e enemigos”. De tal
forma que frente a la autoridad suprema la situación resulta sin salida para el
teniente. En efecto entiende muy bien García Guerrero que tiene que elegir su
bando. Ahora ya no puede reflexionar el protagonista, ha perdido su albedrío y
reacciona como finalmente se lo enseñaron; es decir obedecer (“ Un
militar obedecía las órdenes sobre todo si venían del Benefactor”), ( “debía obedecer”). Así se nota que ni siquiera intenta
oponerse el teniente, acepta esta decisión unilateral y se despide haciendo
sonar los talones y saludando.
En la tercera parte la renuncia del teniente es
total. Su libertad de pensamiento y de actuar se encuentra totalmente
aniquilada. En efecto lo importante para él es que si el “Benefactor” “ le había dado esta
orden era por su propio bien” y ya está, no había que discutir. Así no
tarda en escribirle una carta de ruptura a su novia Luisa Gil actuando
exactamente como lo decidió el dictador.
Es una carta muy corta en la que le expone a su
novia muy rápidamente las razones por las cuales tiene que renunciar a su amor
por ella. Se nota cierto distanciamiento, en efecto no emplea formulas
cariñosas, le anuncia de buenas a primeras que no pueden casarse por las
actividades de su hermano antitrujillistas. Y de paso
le hace notar que ella le había callado dichas actividades, olvido que le
perdona él y por eso ella tiene también que comprender el motivo de la ruptura. No se
despide, no firma la carta, y con estas pocas palabras pone fin a un porvenir
que había trazado con su novia deseándole felicidad en su vida sin él.
La falta de personalidad en la carta hace hincapié
una vez más en el poder del “Benefactor” porque, más que probable, García
Guerrero sabe que alguien puede leer esta carta en nombre del dictador y no
quiere él encontrarse comprometido. Sin embargo se lee entre líneas el dolor del amante.
Para concluir se puede decir que Mario Vargas
Llosa quiso denunciar el culto de la personalidad que le permitió a Trujillo
imponer su voluntad e inspirar miedo alrededor suyo como otros
lo hicieron en muchos países. El
teniente García Guerrero es el vivo ejemplo del adoctrinamiento. Es verdad que puede
abandonarlo todo el hombre sin buscar la verdad con el pretexto de que él debe
obedecer. Un vez más se nota aquí que “el más fuerte siempre lleva las de
ganar”.