Este
país nos es el mío
Este texto es un extracto de Primavera con una esquina rota escrito
por Mario Benedetti en 1982. El documento es el
testimonio de una niña que, inconscientemente y con toda la pureza de su edad,
aguanta las injusticias de la dictadura.
Consta de dos temas principales el fragmento.
El primero representa el exilio de la niña y de su familia. El segundo hace
hincapié en el encarcelamiento de su padre.
Primero para aludir al exilio, en seguida, Beatriz
estipula que este país no es el suyo y señala que ignora finalmente si lo
prefiere o no a su país natal. Así desde el principio del texto, el lector se
entera de que la niñita protagonista no tiene recuerdos muy precisos de su propio
país y se explica ello porque “vino ella muy chiquita”
aquí. Por eso Beatriz sólo tiene pocos puntos de comparación y a decir la
verdad los primeros que tiene ella se relacionan con el hablar. En efecto que la
pronunciación resulte muy diferente en este país es el argumento que adelanta
ella para demostrar la diferencia. Se vale de un ejemplo muy cándido y
humorístico a la vez, muy propio finalmente de una niña de su edad. Apunta ella
que en este país la palabra “caballo” castellana se pronuncia “cabaio” y en su país se dice
“cabayo”. Sin embargo
no parece muy importante para ella dicha diferencia de pronunciación, por eso
acaba por poner fin a su explicación afirmando que de toda manera “todos relinchan”.
Cabe notar que en ningún momento la chiquilla
revela los nombres de ambos países. Sin embargo un detalle desvela el misterio
y el lector se da cuenta de que su país natal es Uruguay, eso gracias al nombre
del zoológico: Villa de Dolores. En
cuanto al país donde vive ella ahora puede ser cualquiera de habla español. En
efecto sólo se puede afirmar que al huir de la dictadura su familia se ubicó en
un país donde imperaba la democracia.
Va siguiendo su demostración haciendo otra
comparación relacionada con la dimensión de ambos países. El suyo como lo dice
ella “es chiquísimo” y
por consiguiente el número de habitantes queda mucho menos importante. Por lo
tanto la pequeña resulta muy impresionada por la cantidad de gente que la rodea
aquí en este país. En efecto habla ella de “muchos
millones”, de “montones” y la reiteración
de “tanta” formula su sorpresa y fascinación al ver esta abundancia de
gente en un mismo espacio. Está a gusto por entre toda esta gente y lo expresa
muy bien al decir que “es muy agradable saber que una
vive...millones”. Eso puede significar también que en este país
democrático y por entre toda esta gente su familia queda totalmente desconocida
y por consiguiente puede vivir como se le antoja, es decir libre.
Según ella toda esta gente representa una
verdadera colmena durante la semana y con todo extrañamente los domingos no hay
casi nadie en la calle. Su abuelo le explicó que los domingos los habitantes
descansaban y a decir la verdad parece que no le satisfizo la explicación ya
que ella intenta poner los puntos sobre las íes
diciendo que “descansar quiere decir dormir”.
Así a continuación la protagonista hace una
demostración matemática muy divertida que enternece al lector. Le aprendieron
en el Centro las reglas matemáticas y poder utilizarlas es fuente de orgullo
para ella. Demostración divertida también porque no vacila en divulgar algo muy
íntimo de la vida de su madre como lo hacen numerosos niños sin ver en ello la
menor indiscreción. Así el lector se entera de que su mami
ronca durante la noche, y más exactamente ronca “catorce
veces por hora”. Entonces valiéndose de esta constatación intenta
demostrar que millones de gente que roncan nueve veces por hora producen muchos
ronquidos.
Supone ello que a veces no duerme la
pequeñita y pasa el rato contando los ronquidos de su madre. Y la dicha
demostración permite en realidad la introducción del segundo tema esencial del
documento que se refiere al encarcelamiento de su padre.
El empleo del verbo dormir acarrea justamente
una noción que aparece, de vez en cuando, muy dolorosa para ella. En efecto confiesa que a veces
cuando duerme se pone a soñar. Claro, como lo expone ella, la mayoría del
tiempo sueña con el país donde vive pero en ocasiones sueña con su país natal
aunque su madre diga que no es posible por su edad joven cuando vino aquí. Que
su mamá diga que es mentirosa le proporciona un sentimiento de injusticia y sigue
afirmando ella que dice la verdad (“Y no hago”).
La niñita entonces relata su sueño que
aparentemente resulta muy frecuente ya que emplea un presente de narración que
subraya lo habitual de una situación. Y por primera vez alude a su padre. Es
verdad hasta entonces sólo había mencionado a su abuelo y a su madre.
Sicológicamente el momento resulta muy fuerte tanto para la protagonista como
para el lector. En efecto se nota que la ausencia de su padre es una privación
que la persigue hasta en sus sueños, en su inconsciente. No sabemos si vivió
realmente ella aquellos momentos remotos con su padre que la llevaba de la mano
a Villa Dolores, o si se confeccionó recuerdos proporcionados por los decires
de su madre y de su abuelo. Pero lo seguro es que aguanta ella la ausencia de
este padre que le está hablando cuando duerme ella. En ningún momento hasta
ahora dice lo que le ocurrió al padre suyo. Sin embargo va a valerse de una comparación
muy fuerte para exponer lo sucedido, comparación utilizada muy a menudo por los
adultos y los poetas cuando desean maquillar una realidad muy penosa. Dicha
comparación según sus decires se la hace su papá cuando sueña ella con él para explicarle el por qué de su
ausencia. Así los monos, los de Villa Dolores, animales que más se parecen al Hombre,
se encuentran detrás de unos barrones en el zoológico y a su padre como si
fuera un mono le encarcelaron allí en su país. En su relato ya se ve que
Beatriz intenta también convencer de que no son mentiras cuando certifica que
sueña con su país y por consiguiente con su papá. Ella afirma que no puede
equivocarse ya que a los monos del zoológico de aquí los conoce muy bien y
también a “sus esposas” y “a sus hijos” (hay que notar aquí la personificación del
animal con la preposición “a”). Aquí es cuando se nota el sufrimiento moral de
la pequeña, su sueño se convierte finalmente en una pesadilla y se despierte
llorando en este mundo, ha desaparecido el suyo y sobre todo su papá se quedó
también allá detrás de unos barrones, encarcelado, como los monos. Se mezclan
la felicidad de tiempos remotos grabados en su inconsciente y la tristeza
actual proporcionada por la ausencia de su padre. Su madre Graciela está a su
lado intentando darle algún alivio diciéndole que “sí es
sólo un sueño”.
Cabe notar finalmente cómo Beatriz simboliza
la pureza de su edad. En efecto emplea un vocabulario muy sencillo y sus
comparaciones resultan tan cándidas que obviamente interpelan fuerte y
directamente al lector. Sus reflexiones de niña esconden en realidad unas
preguntas y unos asuntos muy serios a propósito de la vida. Reflexiones muy
bien dirigidas porque nunca pierde de vista ella su primera idea, la que es
finalmente el punto de referencia de su monólogo. En efecto de nuevo alude a
los millones de gente viviendo aquí y su reflexión es: ¡Ojala pudiera su padre
vivir con ella aquí por entre todos estos millones de gente! como cualquiera
familia normal. Porque Beatriz sabe muy bien que es diferente de las niñas de
su edad.
Para concluir es imprescindible subrayar que
Mario Benedetti presenta al lector a un testigo muy
enternecedor. Presenta a una víctima de la dictadura, como se les ocurre a
muchos niños. Ello interpela al lector que comparte sus sufrimientos
y sus emociones, su felicidad anterior y su tristeza actual. Beatriz reflexiona
mucho y la aseveración de sus comparaciones humorísticas a veces desvela unas
realidades muy duras. Y como uno sabe, la verdad nace de la boca de los niños...
Mario Benedetti, Primavera con una esquina rota, 1982