La delatora
“La delatora” es un pasaje de El vado,
novela inédita escrita por el novelista español y republicano Ramón José Sénder. Éste por haber conocido los dolores de la Guerra Civil
española, la pérdida de su mujer( la mataron) y después
el exilio recalca en esta obra el ambiente desolado de la posguerra en un
entorno rural y la omnipresencia de la culpabilidad.
Culpabilidad ya que como cada uno
sabe, la Guerra Civil española fue tremenda al reflejar ante todo un conflicto fratricida en el que fueron perseguidos los republicanos. Numerosos republicanos fueron detenidos y asesinados por sus ideas y
numerosos fueron los que tuvieron que abandonarlo
todo y conocer el destierro.
La delación fue la que originó muy a menudo las detenciones e incluso en el seno de
una misma familia por discrepancia de opinión o por cualquiera otra razón.
Este fragmento argumenta perfectamente
dichos acontecimientos históricos al ser la prueba propia de los tormentos experimentados en la
posguerra.
Son dos los protagonistas, una madre ( una anciana
) y una cuñada (Lucía ).
La madre escondió a su hijo en un lugar totalmente desconocido para que no
lo detuvieran los Civiles pero desafortunadamente alguien lo denunció y fue
matado el hombre.
Obsesivamente la madre está de sol a
sol preguntándose quién pudo
delatarlo y por qué mientras que la
cuñada del hombre que lo sabe todo
presencia los sufrimientos de la
madre. Confiesa la cuñada la
identidad del delator al lector y éste es testigo de sus remordimientos y sentimientos de culpabilidad.
Tormentos de una madre
En seguida el lector es testigo
del sufrimiento que consume a la madre (
L 1 – 6 ). La primera frase del
fragmento casi parece ser una pregunta
reiterada muchas veces por su parte.
Verdad es que nos la presenta el autor como una persona anciana, pero su obsesión no es chochera, no es signo de
senilidad sino más bien una prueba de su sufrimiento
moral.
No encontrará ella tranquilidad mientras
no descubra las respuestas a sus
preguntas. Por eso está dispuesta a dar su vida ( L 1 ) para por fin saber
primero quién lo denunció, luego cómo éste se enteró del refugio y por
último por qué lo delató ( L1, 6,
15, 25 ).
No entiende cómo se enteraron los Civiles ya que incluso Dios que lo conoce
todo y que lo ve todo no hubiera podido saberlo ( L 4
). Pero bueno al admitir que uno hubiera descubierto la verdad, quién hubiera
podido odiar a su hijo en el pueblo ( L 25-26 ).
Estas preguntas le alteran el ánimo
a la madre, está totalmente abstraída por ellas, dice en voz alta lo que piensa
interiormente, y es como si no estuviera aquí Lucía, se dirige a ella pero no
la ve. Finalmente es como si aquel día de la delación la hubieran matado también. Por lástima a no ser que venga a denunciarse
el culpable más que probable nunca se enterará la anciana de la verdad.
La delación
: quién, cómo, por qué
El lector no queda mucho tiempo sin
saber quién hizo la delación. En
efecto Lucía le confiesa su secreto ( L 8 ). Y como para aliviar a la anciana responde punto por punto a las preguntas que
tanto la atormentan pero no le contesta
en voz alta sino más bien en su
fuero interno. Así en seguida el
lector se entera de que la culpa la
tiene Lucía y nos expone ella cada
instante de la delación ( L 8-12 ). Sitúa ella la escena temporal
y espacialmente. Era una noche de febrero antes de que amaneciera y se fue
ella al cuartel para delatar de manera anónima a su cuñado. Hay que advertir
que todo lo que hizo ella lo había
calculado, de noche y tirando una piedra por la ventana para que nadie
supiera quién era la persona delatora, y en poco tiempo estaba a casa como si
nada hubiera ocurrido.
Así todo lo que hizo lo hizo a
hurtadillas, ni vista ni oída.
Luego expone las razones de su
maquinación ( L 16- 23) y cómo se enteró de la verdad.
Primero alega que tanto su hermana
como la suegra de ésta la apartaron y
no se fiaron de ella, lo que “tomó ella muy mal, pero no dijo nada”. Por una
noche cuando vino a dormir su hermana en su cuarto, vio cuando quitó su ropa
las heridas que le dejaron los Civiles para que dijera en qué lugar se hallaba
su marido. Dicha noche durmió muy mal su
hermana y confesó durante su sueño su secreto. Más adelante en la confesión, el
lector se da cuenta de que Lucía quería
mucho a su cuñado pero de un amor que no
representa el mero vínculo que puede
existir entre cuñada y cuñado ( L 29- 30). Entonces
podemos pensar que lucía prefería ver a su “querido” muerto más bien que verlo
en los brazos de otra y sobre todo de su hermana. Entonces cabe constatar que
Lucía delató a su cuñado para vengarse,
por celos. Desde luego se trata ni
más ni menos de una delación pasional.
Remordimientos
Si sufre la madre por no conocer al autor de la delación, es posible
también que padezca porque no supo esconder a su hijo de manera a que nadie
pudiera encontrarlo. Ahora bien no
parece ser la única padeciendo de la delación. En efecto al lo largo del
fragmento ya se ve que Lucía está experimentando tremendo tormento también. Al oír a la madre y cada vez más a cada
de sus interrogaciones, Lucía trata de encontrar algún apoyo tanto moral como
físico ( L13, L31) para aguantar lo que hizo ella
por una noche de febrero. Cuando la anciana vuelve al momento presente para ver
a Lucía vacilar, las palabras cariñosas que le dirige generan durante un furtivo instante algún alivio a Lucía ( L
33 ). Pero en un santiamén, sabe ella que no resulta digna de la compasión de
la anciana y la palabra “peso” ocasiona
con más fuerza este sentimiento de
culpabilidad por parte de Lucía. La culpabilidad consume poco a poco a Lucía, tanto
más la tortura cuanto que
finalmente no sabe ella tampoco cómo
pudo hacerlo ( L 36-38 ). Así obró Lucía impulsivamente, sin darse cuenta de las
consecuencias. Y la culpa alcanza su
clímax para Lucía al preguntarse : ¿ Por qué?
En resumidas cuentas Ramón José Sender no sólo
intentó subrayar los sufrimientos experimentados durante la Guerra Civil
española sino también sus consecuencias en la posguerra. El mensaje es que
finalmente cada uno de los protagonistas de la guerra, franquista o republicano,
pudo algún día delatar a su próximo cualquiera que fue la razón. Pero el
resultado fue que generó mucho sufrimiento o por haber perdido a uno de los
suyos, o por haber delatado a alguien por venganza, por discrepancia de opinión,
o meramente por nada…
La pena de cada uno perdura más allá de lo que se puede pensar y se resume finalmente
en un ¿ Por qué?