¿ Tomará un
café?
Valiéndose
de la caricatura en su novela, Las
islas extraordinarias, el escritor y periodista español Gonzalo Torrente Ballester procura exponer la figura del dictador.
Sin embargo no pinta a ningún dictador en
particular ni a ninguna dictadura sino más bien a lo que encarna el poder
político y los efectos que acarrea su función y ejercicio.
Así este fragmento sacado de la dicha novela es el
ejemplo por excelencia de la parodia ya que
relata una anécdota caricatural en la vida de un dictador latinoamericano.
La anécdota
Gonzalo Torrente Ballester
sitúa la acción en seguida. Así el lector se entera de que se trata de una
entrevista en el palacio presidencial de un dictador latinoamericano y que son
dos los protagonistas( el dictador y el narrador).
Empieza la escena con un diálogo entre ambos
protagonistas al igual que una obra teatral. En efecto en el fragmento se nota la
teatralización con una alternancia de diálogos y apartes que señalan una acción
( L 5 – 14 - 24 )
o un escenario ( L 13-14 ).
Primero habla el dictador y le agasaja al narrador
con un café. Tras haberle preguntado sobre sus gustos ( L 3 ) llama a
un camarero para que le traiga “dos cafés solos” con coñac ( L 6 ).
En un santiamén aparece un camarero mulato con lo
pedido y sirve los cafés( L 13-14 ).
El dictador le manda al criado que pruebe el café, y éste cae al
suelo y después de un sufrimiento( “dio un respingo”, cayó al
suelo gimiendo”) atroz muere de repente( L 20-21
).
Parece importarle un bledo al dictador lo sucedido
ya que ni siquiera se preocupa por el cuerpo que yace. Continúa hablando al
narrador con indiferencia como si no hubiera ocurrido nada, parece ser para él
una pequeñez. Y le explica que eso sucede muy a menudo ( L 22-23 ) y a
su juicio la lástima es que le cuesta mucho trabajo encontrar a un camarero hoy
día. Hay que advertir aquí la ironía del autor, porque ya comprende el lector,
que el dictador suele mandar probar su comida o bebida a sus camareros y que
desafortunadamente muchas veces éstos pasan a vida mejor. Por eso tiene que
pagarlos muy caro visto el peligro de tal empleo.
Además le
confiesa que no hay que preocuparse ya que en semejantes casos siempre tiene al
alcance de la mano otra cafetera por si acaso. Otra vez aquí se nota ironía por
parte del autor ya que hace hincapié en que más importa beberse un café que la
muerte de una persona.
El narrador por lo que le concierne queda algo
desconcertado, en efecto le cuesta mucho creer que ha muerto el mulato ( L 29). Pero después de todo tiene algunas dudas, por
eso le da una patadita al hombre yacente y en efecto comprueba que está muerto.
Figura del dictador
Se aclaran en seguida los rasgos de carácter del
dictador. En efecto el lector se da cuenta de que es un
militar eficiente ya que consigue sus objetivos empleando la mínima
cantidad de recursos. Así sus preguntas son muy
directas ( L 1,2,6,15,17 etc. ), sus
frases cortas y sus órdenes firmes ( L 6, 19,
25 ).
No hay que contradecirle no lo aceptaría, muy bien
se ve que es hombre acostumbrado a que todos ejecutan sus órdenes sin decir ni
una palabra ( L14 )
y los ojos cerrados. Es hombre de poder y “lleva
la batuta” ( L 25 ).
Nada lo desviará de su meta y sobre todo no la
muerte de un camarero que al parecer sólo representa para él un inconveniente
menor en su vida de dictador. Es una persona cínica.
Pero por su función no puede fiarse de nadie y
sabe que numerosos son los que desean su muerte. Queda
siempre alerta y sospecha la menor trampa, sabe desbaratarla, es astuto
como un zorro. Es como si lo supiera todo antes. Es obvio que debe tener a
muchos espías para anticiparlo todo así pero desde luego tuvo que conocer
muchos golpes de estado también y por eso nada tiene
que cogerlo de improviso.
Hay que advertir su
quietud, no experimenta ansiedad a pesar de todos los peligros
circundantes. Sabe controlar la situación en cualquier
circunstancia.
Sentimientos del narrador
El narrador presencia una situación que resulta incapaz de controlar y sobre todo de valorar porque
no la entiende.
En efecto la situación toma
cariz impensado. Y a lo largo del fragmento el silencio del narrador
transforma un diálogo en monólogo. Su sorpresa y
seguro su susto se refleja a través de su
mutismo y meditación. En efecto toma la palabra sólo dos veces ( L
4, 8 ).
La atmósfera de la escena es muy relajante. En
efecto al principio sólo se trata de una entrevista entre él y el dictador,
entrevista al igual que una charla entre amigos después de la comida cuando se
aparta en el salón para fumar un puro y tomar un café con licor.
El dictador parecer ser
un hombre natural diferente de lo que se imagina uno cuando se habla de
dictador. En efecto crueldad y soberbia suelen
representar la personalidad de un dictador. Non obstante él es, a primera
vista, un hombre amable a quien le gusta de vez
en cuando tomarse una copita de ron lo que le vale la fama de borrachín.
Así cuando cae el camarero al suelo, el narrador
no entiende nada porque no experimenta sorpresa su interlocutor. Pero como ya
se ha dicho lo había previsto todo éste.
Es cuando el narrador toma
consciencia de que si no es un simulacro la muerte del camarero,
entonces la muerte reside en todas partes en
este palacio.
El narrador sabe que a partir de ahora puede
ocurrir cualquiera cosa en cualquier momento.
Gonzalo Torrente Ballester
se divirtió mucho al presentar una parodia a propósito de un dictador
latinoamericano y lo que representa su vida. Lleva a la escena un complot
contra un dictador acostumbrado a desbaratar periódicamente cualquiera conspiración.
Algo que le parece de otro mundo al narrador pero
a decir verdad al analizar la historia de América Latina y de sus dictadores se
puede opinar que no es tan lejos la realidad.