Cantantes en Cuba
Este texto escrito
por Zoé Valdés, escritora cubana instalada en Paris,
se publicó en el periódico español El Mundo
en 2000.
Quiso la autora
confesar lo que sucede en su país como en todos los que aguantan una dictadura.
Como lo demuestra ella censura y opresión son las palabras claves en tales
sistemas. De la misma forma quiso dar a conocer al mundo entero que fue real la
existencia de los campos de concentración en Cuba aunque Fidel Castro intentó pasar
en silencio la verdad.
El documento
consta de tres partes.
En la primera
parte la novelista pone de manifiesto la censura que se encuentra en la isla de
Cuba. (1 a 7)
En segundo lugar demuestra
la preocupación de Fidel Castro por ocultar sus prácticas en su país. (8 a 14)
Por fin Zoé Valdés evoca la pretendida libertad que consiente otorgarles
el dictador a los cubanos. (15 a 19)
En primer lugar la
escritora denuncia la censura vigente en Cuba, y apoya dicha idea valiéndose de
una anécdota que le sucedió a un periodista cubano durante su vida de
estudiante. Hay que nota que deja comprender la novelista que sigue existiendo
esta condena porque no desea ella comunicar la identidad de aquel periodista ya que todavía sigue viviendo en Cuba (“a un periodista, cuyo nombre
no puedo escribir pues se halla en Cuba”).
Entonces le
sancionaron al estudiante por haberse atrevido a preguntar al dictador, cuando
una visita suya a la Universidad de la Habana, por qué los jóvenes cubanos no
podían escuchar a los Beatles. Claro ya se nota lo benigno de la pregunta y sobre
todo lo sorprendente de la sanción que resultó de ella para personas que no se hallan en un país
dirigido por una dictadura. Desde luego este acontecimiento deja al lector muy
pensativo.
La anécdota
expuesta por la autora basta para dejar entrever el ambiente en el cual los
cubanos se hallaban en aquella época.
No revela la punición
del estudiante la autora, no obstante hace pública la que se reservaba a los
que, en aquellos tiempos, no cumplían con las ambiciones de Fidel Castro. En
efecto las personas susceptibles de molestarle al comandante, por resultar diferentes
o capaces de armarle dificultades, tales los intelectuales o artistas fueron en
seguida perseguidas y puestas en campos de concentración (“fueron metidos de cabeza en la umap”).
Aquí la autora
quiere denunciar lo arbitrario de la dictadura que como cada uno sabe procede
de ideas muy subjetivas.
Hace hincapié
también en la privación total de libertad por entre el pueblo cubano. Y lo peor
es que incluso en la isla el dictador intentó callar la realidad de los campos
ya que los bautizó sin vergüenza la “umap”. Claro ya se nota aquí
que la ley que prevalece en Cuba es la del silencio y de la opresión.
Después va a
valerse Zoé Valdés de otra anécdota para denunciar la
grosería y las mentiras del comandante (“con ese don para el engaño que tiene”).
En efecto relata que
cuando, al enterarse de la existencia de los campos de concentración en Cuba, Graham Greene (periodista y
escritor inglés que vivía en Francia) se entretuvo por teléfono personalmente con
Castro con la meta de saber de buena tinta si sí o no existían estos
dispositivos, el comandante le invitó a que viniera él a Cuba a averiguarlo (“invitó al novelista inglés a
que fuera a comprobarlo”). Tal fue la “elegante” respuesta del dictador según
la novelista.
Entonces aceptó y tuvo
que ir a Cuba el periodista inglés con el objetivo de descubrir la verdad ya
que la contestación de Fidel Castro quedaba muy “evasiva”.
Claro, no pudo
venir en seguida Greene y de esta manera Zoé Valdés cuenta que tuvieron todo el tiempo necesario en
Cuba para borrar las huellas de los campos (“a su llegada los
campos de trabajo forzado habían sido transformados...
cultivaron”).
Desde luego ello
deja suponer que Fidel Castro no quería que los demás países del mundo supieran
lo que sucedía en su país o por lo menos no quería que una persona extranjera y
además un periodista conocido como lo era Graham Greene publicara un artículo a propósito de estos campos. En
realidad se puede pensar que lo primordial para Castro era preservar buenas
relaciones con los demás países.
Tras haber
relatado esta segunda anécdota, en la tercera parte, la autora alude otra vez a la primera
anécdota para demostrar que finalmente nada cambió en cuanto a la censura en
Cuba. En efecto declara que ahora los Beatles se escuchan en la radio cubana
pero desde hace muy poco tiempo (“hasta hace muy pocos
días”). Aquí, claro, parece imprescindible subrayar que el documento se
publicó en 2000, lo que deja entrever lo triste de la situación. Por añadidura la
autora insiste en lo terrible del ambiente valiéndose de la ironía. En efecto confiesa
que “un día en el año” Fidel Castro les permite
a los rockeros ir a “desgañitarse” al Parque de
Quince.
Desde luego la
sentencia “unas horas para sentirse contestatario es suficiente” recalca la amargura
innegable de la escritora. En efecto a través de estas palabras irónicas quiso
hacer hincapié en la ausencia de libertad experimentada por el pueblo cubano. Verdad
es parece realmente increíble lo que enuncia la novelista, como si fuera
bastante un día en el año para cantar lo que se le antoja a uno. Pero tal es la
libertad que Fidel Castro procura a su pueblo como si fuera gran privilegio.
Claro Zoé Valdés evidencia aquí que sólo se trata de seudo
libertad si verdaderamente se puede hablar de libertad y ello acentúa todavía
más que la censura sigue existiendo en la isla de Cuba. Y desafortunadamente tienen
que conformarse con ello los cubanos. Y Zoé Valdés lo
afirma relatando que “a los verdaderos cantantes
protesta todavía nadie puede escucharlos en los
medios de comunicación”. No obstante esta sentencia deja entrever que hay
cierta esperanza ya que existen los cantantes protesta en Cuba.
Para concluir las
acusaciones dirigidas contra Fidel Castro por la novelista Zoé
Valdés evocan los problemas de la censura en los países donde reina la
dictadura.
La autora forma
parte de los que padecieron y padecen de dichos sistemas, en efecto ya no puede
ella regresar a su patria por haberse rebelado a través de sus escritos contra
la dictadura. Numerosos intelectuales siguen encarcelados en Cuba. La represión
queda algo frecuente en la isla.
Por eso es
imprescindible subrayar que el papel desempeñado por los intelectuales queda
muy importante visto que consiste en denunciar
dicha represión y muchas veces se desatan las lenguas gracias a su valor.
Zoé Valdés, www.elmundo.es,2000
Fidel Castro (1926
en Birán...):
Primer ministro el
16 de febrero de 1959
Presidente de la República
de Cuba el 3 de diciembre de 1976.